El jaguar es el felino más grande del continente americano y el tercero a nivel mundial, asociado en la cultura maya prehispánica con diversos aspectos como el poder, el cielo nocturno, el inframundo, y también con la agricultura y la fertilidad. Desde el 2018, cada 29 de noviembre se celebra el Día Internacional del Jaguar, fecha creada durante la COP14 del Convenio sobre Diversidad Biológica, auspiciada por la Organización de la Naciones Unidas.
De acuerdo con el PNUD, el objetivo de esta fecha es generar conciencia sobre la importancia de proteger a esta especie, clave para los ecosistemas de América Latina, y que lamentablemente enfrenta amenazas para su supervivencia.
Según datos de la WWF (World Wildlife Fund), el jaguar habita en 18 países de Latinoamérica, desde México hasta el norte de Argentina, sin embargo en El Salvador y Uruguay ya se encuentra extinto. Al día de hoy, el jaguar se encuentra catalogado como “Casi Amenazado” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En Guatemala, el jaguar se encuentra clasificado en la categoría uno del Listado de Especies Amenazadas para Guatemala (LEA) del Consejo Nacional de Áreas Protegidas en Guatemala(CONAP) y además integra el apéndice I de la lista Cites, un acuerdo internacional que regula el comercio de especies de animales y plantas silvestres para garantizar su supervivencia.
Para los mayas, el jaguar fue visto como un animal poderoso y peligroso, sin embargo, “portador de energías sagradas provenientes del inframundo” y aunque no se le consideraba una deidad, era considerado un símbolo del poder. La Reserva Biosfera Maya, en el norte del Guatemala, es hogar de esta especie. Organizaciones estatales y de protección a la vida salvaje trabajan en conjunto para garantizar la conservación y protección, no solo de la especie, sino además de su hábitat.