Dos semanas han transcurrido desde el inicio de las manifestaciones y bloqueos del pueblo guatemalteco, surgidos como medida para ejercer presión en su objetivo de exigir la renuncia de la fiscal Consuelo Porras, acusada de impedir el acceso al cargo del presidente electo, Bernardo Arévalo.
El martes pasado, el actual presidente, Alejandro Giammattei, cumplió su advertencia de usar la fuerza pública para despejar los bloqueos en carreteras y principales puntos de tránsito del país.
Giammattei dirigió también un mensaje al presidente electo en los pasados comicios, Bernardo Arévalo, invitándolo a proponer una tregua, llamando a los manifestantes a retirarse de las calles, porque “la gente está muriendo” dado de desabastecimiento en hospital y la obstaculización para el paso de ambulancias. Declaraciones que contrarian, ya que varios medios de comunicación han mostrado que en varios bloqueos se permite el paso de médicos, alimentos y otros productos prioritarios.
Desde la semana pasada, Alejandro Giammattei responsabiliza a Bernardo Arévalo de convocar a las manifestaciones, además de criticar su “indisposición” de participar en el diálogo con la mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA). No obstante, Arévalo destaca las autoridades de los pueblos indígenas, que iniciaron las protestas, son los interlocutores legítimos en cualquier diálogo.
Por su parte, Bernardo Arévalo, presidente electo considera que el fin al conflicto está en manos de Giammattei si pide la renuncia a la funcionaria que designó como fiscal general, Consuelo Porras.
