En el pintoresco poblado de Cubulco, Baja Verapaz, en el norte de Guatemala, se mantiene viva una tradición ancestral y espiritual: la “Danza del Palo Volador”. Cada año, los habitantes se unen en una celebración de fe y devoción hacia su patrono, Santiago Apóstol, lanzándose al vacío desde un palo de madera de 22 metros de altura, una experiencia cargada de adrenalina y simbolismo.
Un salto de fe y devoción
Martín Ruiz, un empresario local de 25 años, lleva una década participando en esta ancestral danza. “Es una alegría imitar a los ángeles, los pájaros y los monos que vuelan. Es una sensación de adrenalina que no se puede describir y hacemos esto en honor de nuestro patrono, Santiago Apóstol”, cuenta Martín, reflejando la profunda conexión entre la comunidad y esta práctica.
La mañana del jueves 18 de julio, Martín y otros ocho danzadores transformaron las calles de Cubulco en un espectáculo de color y tradición. Con sus trajes rojos adornados con detalles dorados, bailaron al ritmo de la marimba hacia el atrio de la iglesia católica. Allí, una vez en la cima del tronco de pino de 22 metros, se lanzaron al vacío, sujetos solo por sogas atadas a sus piernas.
Antes del salto, los danzadores se arrodillan y piden a Santiago Apóstol que bendiga a su comunidad. Este acto de fe, observado por decenas de pobladores, refleja la devoción y el respeto por las tradiciones que han perdurado a lo largo de los siglos.
Una celebración ancestral
La “Danza del Palo Volador” se lleva a cabo durante diez días, culminando el 25 de julio, día de Santiago Apóstol. Esta tradición, que se remonta a tiempos prehispánicos, es un testimonio de la rica herencia cultural de los pueblos mayas. Según los organizadores, la danza no solo es un acto de devoción, sino también una forma de mantener viva la identidad cultural de la comunidad.
“Nos preparamos durante cuatro meses, sincronizando las danzas y acostumbrándonos a las alturas para ejecutar esta ceremonia sin riesgos. Es un acto de fe”, explica Martín Ruiz, destacando el compromiso y la preparación que requiere esta práctica.
La elección del tronco de pino es un proceso sagrado que involucra a unos 200 hombres del municipio. Meses antes del evento, se internan en el bosque de Cubulco para seleccionar el tronco que será utilizado en la danza, un ritual que subraya la conexión profunda entre la comunidad y la naturaleza.
Un pueblo de migrantes
Cubulco, con una población de 54,000 habitantes, enfrenta desafíos significativos, con el 44% de sus residentes viviendo en condiciones de pobreza, según la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan). Esta difícil situación ha llevado a muchos habitantes a buscar mejores oportunidades en Estados Unidos, enviando remesas que son visibles en las banderas estadounidenses que adornan negocios y hogares.
Este año, al menos dos de los danzadores que participaron en la “Danza del Palo Volador” han trabajado en Estados Unidos para sostener a sus familias, un reflejo de la resiliencia y el espíritu de lucha de los cubulquenses.
Preservando la tradición
La “Danza del Palo Volador” es más que una celebración; es un símbolo de identidad y resistencia cultural. A través de esta práctica, los habitantes de Cubulco no solo honran a su patrono, sino que también mantienen viva una tradición que conecta a las generaciones presentes con sus ancestros. En un mundo en constante cambio, la danza es un recordatorio del poder de la fe, la comunidad y la cultura para sostener y enriquecer nuestras vidas.
La “Danza del Palo Volador” en Cubulco, Baja Verapaz, es una expresión vibrante de la fe y la tradición que sigue inspirando a todos aquellos que tienen la oportunidad de presenciarla. Con cada salto, los danzadores reafirman su compromiso con su cultura y su comunidad, creando un legado que perdurará en el tiempo.