El patrón climático conocido como El Niño ha llegado, anunció hoy la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). El Niño a menudo desencadena condiciones climáticas más extremas en todo el mundo, aunque tendremos que esperar para ver cómo se desarrollan este año.
El calor es una de sus características distintivas. Una advertencia de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en mayo señaló que El Niño de este año, combinado con el cambio climático, podría “llevar las temperaturas globales a territorios inexplorados”. El año más caluroso registrado fue 2016, la última vez que se desarrolló un fuerte El Niño (hubo uno débil de 2018 a 2019).
Según NOAA, hay un 84 por ciento de probabilidad de que se desarrolle un El Niño de “mayor intensidad que moderada” para el invierno, y un 56 por ciento de probabilidad de que se forme un El Niño fuerte.
En Estados Unidos, los efectos de El Niño son relativamente débiles durante el verano, pero se intensifican en las estaciones de otoño, invierno y primavera. Esto generalmente significa un invierno más húmedo en la mitad sur del país y un invierno más cálido de lo normal en el norte.
Durante un El Niño, los vientos alisios se debilitan sobre el Océano Pacífico, lo que permite que las aguas cálidas que normalmente se habrían desplazado hacia Asia fluyan de regreso hacia el este. Esta agua cálida empuja la corriente en chorro del Pacífico, una corriente de aire de alta velocidad, hacia el sur, lo que afecta el clima.
La economía global tiende a sufrir grandes pérdidas cada vez que llega El Niño como resultado. Según una investigación publicada el mes pasado, El Niño de este año podría generar daños globales por un asombroso total de $3 billones.
En el caso de Guatemala, las repercusiones de El Niño pueden variar. Debido a que se espera un invierno más húmedo en la mitad sur de Estados Unidos, existe la posibilidad de que Guatemala experimente un aumento de las lluvias durante la temporada de invierno. Esto podría tener un impacto tanto positivo como negativo en el país.
Por un lado, las lluvias adicionales podrían ser beneficiosas para la agricultura, especialmente para los cultivos que dependen del agua de riego. Sin embargo, un exceso de lluvia también podría provocar inundaciones y deslizamientos de tierra, lo que pondría en riesgo a las comunidades vulnerables y afectaría negativamente la producción agrícola.
Además, si El Niño provoca un invierno más cálido de lo normal en el norte de Estados Unidos, esto podría tener un efecto indirecto en Guatemala. El aumento de las temperaturas en esa región podría alterar los patrones de migración de aves y afectar la disponibilidad de ciertas especies de aves migratorias en Guatemala, lo que podría tener consecuencias para la biodiversidad y el turismo ornitológico en el país.